Panorama de la situación social de la mujer a finales del siglo XIX

En las siguientes líneas se describe una síntesis  de  algunos  hechos históricos en la transición del siglo XIX  al  XX en México en los que se vio envuelta la población mexicana  en particular  la mujer a finales del período  Porfiriano  e incluso durante la Revolución  Mexicana; por ejemplo:  el 91% de la población pertenecía a la clase más pobre (Rivera 2003: 40-44) por consiguiente los peones recibían una inadecuada alimentación, la higiene prácticamente no existía en las zonas rurales,  no se contaba con servicios como agua potable, letrinas apropiadas o drenaje. En las zonas urbanas el agua se obtenía de fuentes y el drenaje sanitario se crea hasta finales del siglo XIX,   reportándose  para 1901 la existencia de un solo baño gratuito para 12,000 habitantes. Con  estos antecedentes es fácil imaginar porque moría la población  de infecciones, parasitosis e incluso de hambre.

Con respecto a la mujer, en esta época  se caracterizó  por tener  un modelo muy definido por su abnegación,  debilidad,  capacidad de servicio, recato, su dedicación al hogar y principalmente por ser madre. Se le reconocía su superioridad moral sobre el hombre; sin embargo no a todas las mujeres se les resaltaban esas virtudes, pues a   la mujer obrera  se le  subestimaba con respecto a la maternidad; pues como era posible atender   hijo, hogar  y esposo (Martínez 2005: 19-27).

La mujer de clase media baja,   incorporada al magisterio se le veía como educadora de los hijos de otras y el ideal para la maestra parecería ser la soltería.

El trabajo para la mujer que vivía en la miseria era visto como una opción para alejarlas de otras actividades que no eran bien  vistas   como por ejemplo: la  prostitución;   lo que influyó para  que se crearán    fuentes de empleo  en la  industria textil y cigarrera pero con una desigualdad salarial frente al hombre y pésimas condiciones de salubridad,  situación que no cambio significativamente con la revolución pero que sí logró  incorporarla  a   fabricas, talleres, industrias y oficinas. 

La ideología en esta época consistía en que la mujer  que trabajaba  tenía que  añadir su docilidad y sumisión personal al aspecto  social;  solo con el transcurso del  tiempo  su  trabajo  se visualizo como una opción para ayudar al hombre y  mejorar los recursos para vivir.  

En los  signos de liberación  educacional  aunque limitados por las ideas de menor capacidad intelectual encontramos: la docencia en el nivel básico, actividades secretariales, trabajo doméstico, ocupaciones manuales, la partería y el inicio de  la formación y práctica profesional de la enfermería en la transición del siglo XIX al siglo XX en México.


Referencias  bibliográficas

- Martínez B. X.  2005  “El hospital de San Andrés” Un espacio para la enseñanza, la práctica y la investigación médica, 1861-1904. Hospital general de México en  coedición con Ed. Siglo veintiuno. 
- Rivera R. L. 1997 "La exclaustración de las órdenes monásticas femeninas en la ciudad de Querétaro, 1863-1870" Tzintzun Revista de Estudios Históricos. Disponible en: http://tzintzun.iih.umich.mx/num_anteriores/tz_25.html Consultado el: 07/03/2014