Sin embargo; y por ejemplo: los índices de mortalidad materno-infantil eran demasiado altos, la mayoría de las defunciones infantiles se relacionaba con la falta de medidas higiénicas apropiadas durante el periodo de gestación (Agostoni, Las mensajeras de la salud. 2007: 93); a esto podemos sumar las epidemias que sacudieron la nación, por ejemplo: la mortalidad en México durante la década de 1910 tuvo un promedio de 37.4 por 1000, la viruela provoco un promedio de defunciones de 32 por 100, 000 habitantes durante 1916-1925 y la tifo en 1916 promedio 337 por 100, 000 habitantes problemas de salud que tuvieron interés durante y posterior a la Revolución Mexicana (Tapia, 2003:43).
Para 1910 a pesar de existir nosocomios como el Hospital General de México no se consideraba el medio ideal para hacer frente a las enfermedades ese lugar se encontraba en el hogar; era donde se trataba de recuperar: la salud, evitar el contagio y combatirlo a través de oraciones e invocando a un santo protector. Aun así, llegaban médicos alópatas, homeópatas, civiles y militares incluso médicos sin título para ejercer; se puede concluir entonces que los medios para evitar la enfermedad eran de naturaleza doméstica, familiar y comunitaria (Agostoni, Enfermedad y persistencia de la medicina doméstica 1810-1910: 2007: 81).
Este panorama epidemiológico propicio que se implementaran estrategias para contrarrestar estos problemas de salud pública los cuales se encaminaron a mejorar las condiciones de vida en el hogar y en el medio laboral.
Para el hogar se aconsejaba (Agostoni, Las mensajeras de la salud: 2007: 96): limpieza, ventilación y preparación de los alimentos. Con respecto a la individualidad: aseo personal, educación física, evitar el alcoholismo y las aglomeraciones.
Otras acciones fueron: cuidar la alimentación popular, obligar la enseñanza de la higiene en las escuelas y en caso muy específico proponer la creación de establecimientos para la atención y asistencia médica de la mujer embarazada y la infancia logrando la culminación del primero en el año 1922 conocido con el nombre de centro de higiene infantil “Eduardo Liceaga” en los cuales la madre tendría un seguimiento del embarazo y se le capacitaría para cuidarse y cuidar a sus hijos. También la agotadora y larga jornada laboral se consideró un riesgo en la mujer embarazada por lo cual se consideró disminuirla.
Durante estos años las políticas estatales de salud no se centraron exclusivamente en las zonas urbanas; por ejemplo: el desarrollo económico obligo al estado a prestar atención a las zonas rurales específicamente puertos y fronteras; un ejemplo de ello lo podemos encontrar cuando en 1916 el Dr. Rodríguez da órdenes para la reubicación del Instituto Bacteriológico Nacional de México a Xalapa, Veracruz (Rivera 2003: 40-44), probablemente como una acción encaminada a la prevención de las enfermedades infecciosas hacia los países vecinos y como respuesta a la creación de las primeras organizaciones de salud internacionales, que tenían el principal objetivo de controlar las enfermedades en las fronteras.
Referencias bibliográficas
- Agostoni, C. (2007). Enfermedad y persistencia de la medicina doméstica 1810-1910. Instituto de Investigaciones Históricas. Universidad Nacional Autónoma de México. Recuperado el 03 de 12 de 2016
- Agostoni, C. (enero-junio de 2007). Las mensajeras de la salud. Enfermeras visitadoras en la ciudad de México durante la década de los 1920. Estudios de Historia moderna y contemporánea de México durante la década de los 1920. Núm. 33. Recuperado el 03 de 12 de 2016, de https://goo.gl/buOTnW
- Tapia, J. A. (enero-abril de 2003). La situación de salud pública en México 1870-1960. Revista Hospital General Dr. M. Gea González. Vol. 6 No. 1. Recuperado el 03 de 12 de 2016, de https://goo.gl/y9uJ5o
- Televisa. (12 de 01 de 2010). El porfiriato: Altos estándares de salud. Recuperado el 03 de 12 de 2016, de https://goo.gl/bYpkon